lunes, 3 de septiembre de 2012

No más hacinamiento: ¡Libertad para el poeta y periodista Homero Alcalde!


Los recientes sucesos ocurridos en la cárcel de Socabaya, Arequipa, que devinieron en la toma de algunos rehenes del INPE, tuvieron su detonante en dos motivos fundamentales: el hacinamiento de los penales y la carencia de beneficios penitenciarios para los reos con capacidad de reinsertarse en la sociedad una vez cumplidas sus penas.
La mayoría de los penales como San Pedro-Lurigancho (Lima), Aucallama (Huaral), Socabaya (Arequipa), etc., han elevado entre cinco y diez veces el número de sus internos. Ello ha convertido las prisiones en bombas de tiempo y en instituciones en que prima el caos, la desesperanza, y en donde cada espacio de reclusión parece estar orientado a convertirse en escuelas de reproducción del delito.
Ocurre que las cárceles están saturadas no por quienes debieran estar, es decir, los grandes narcotraficantes, criminales de alto vuelo y avezados ladrones con y sin cuello blanco, sino por calichines del delito, raterillos de poca monta, carteristas, pequeños estafadores, entre otros.
Y los jueces, legisladores y políticos no están cumpliendo con la tarea de rehabilitar a quienes por motivos diversos han caído en desgracia y debe estar ya en sus casas. En vez de agilizar los procedimientos de libertad mediante los beneficios penitenciarios, lo complican todo en acciones que van entre la venganza y el olvido, entre la lentitud y la mediocridad del oficio.
Tomemos el caso del poeta Homero Alcalde, quien lleva detenido ya 7 años y 9 meses en prisión (de una condena de 8) por el caso de Labomax SRL, una empresa de propiedad de la francesa Gilbertte Van Erpe, y que en Perú manejó un negocio en pirámide de fermentos lácteos o yogures, para la industria de cosméticos, que finalmente perjudicó a miles de personas.
Para su tipificación (estafa) con condena de 8 años, y teniendo en cuenta los beneficios penitenciarios y la buena conducta, Alcalde Cabanillas debió salir a los dos años y siete meses, es decir, con un tercio de la pena. Para un caso similar al suyo, como es el de Carlos Manrique-CLAE, este salió libre a los cinco años y medio, habiendo sido sentenciado a igual pena. Alcalde solo fue un empleado, un instrumento empresarial de la francesa Van Erpe, dueña absoluta de Labomax SRL, quien también fundó el mismo tipo de empresa en Chile, y de la que después se conocería era todo un cerebro del mal con antecedentes en varios países.
Al igual que Homero Alcalde, hay miles de detenidos en las cárceles del Perú que sufren exceso de carcelería o no han sido juzgados, y que al no estar incursos en delitos repudiables como crímenes, violaciones, narcotráfico o terrorismo, bien merecen el beneficio de la libertad por buena conducta, por lo que urge que el gobierno en su conjunto analice cuanto antes su política de despenalización y reinserción social de los reos, a fin de que las cárceles no sean focos de disturbios, motines y resentimientos entre peruanos, mucho menos instituciones en donde se pisotea a diario la dignidad del ser humano.

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