Por: Carlos Castro (*)
Esta semana recordé el famoso precepto del criminal de guerra de la Alemania nazi Joseph Goebbels al leer la transcripción de dos diálogos, en los que los entrevistados mienten y calumnian con un cinismo que uno ya no sabe si amargarse o reírse de lo que dicen.
Un conductor de televisión y un ex periodista de esta casa editora han construido una historia de mentiras y de manipulación de los hechos que hasta Montesinos, el corrupto asesor de Fujimori, queda pequeño a su lado. Ahora resulta que la "infiltración montesinista" en este diario comenzó en 1996. Ya no en 1998, como dice en el audio de la infamia el jefe del criminal grupo Colina. No, qué va, fue mucho antes. Por lo tanto las campañas contra Montesinos y las denuncias de corrupción que lo envolvían son, seguramente, parte de la estrategia de los "topos".
Una estupidez por supuesto. Como lo es también decir que en nuestra respuesta a la campaña calumniosa solo hemos mostrado adrede las portadas de 1998 contra Montesinos. Ese año, afirman en su estado de desvarío, el ex asesor estaba "de salida", "en su peor crisis". 1998, ¿Montesinos débil? Como si los peruanos no tuviéramos memoria y no recordáramos cómo el seguidor de Fouché –el siniestro personaje de la revolución francesa–alistaba la ilegal re-reelección de Alberto Fujimori, para lo cual no dudó en volar el Banco de la Nación y matar a seis inocentes vigilantes.
En su ruindad exclaman: hay que mirar desde 1996 cuando ingresa Blanca Rosales Valencia, "el contacto montesinista" de Gustavo Mohme Seminario. Y claro, en el estado de alucinación en el que lo dicen, "Chicho" Mohme lograba a través de Blanca que los periodistas no mencionaran a Montesinos, que la Unidad de Investigación no lo citara ni lo investigara, y que los reporteros de esta casa republicana –que son contestatarios y rebeldes por naturaleza– se quedaran callados y aceptaran sin chistar. Una bajeza, como lo confirman algunas de las portadas de 1996 y 1997 que se publicaron en el período de BRV y que acompañan esta columna.
Lo indignante es que ofenden la memoria de Gustavo Mohme Llona. Él era el director en ese entonces, y decir que por sus actividades políticas no veía lo que se publicaba en el diario es una calumnia inaceptable que los periodistas rechazamos enérgicamente. Mohme Llona fue –sin duda– un notable político, pero fue periodista hasta el último instante de su vida. Ni un solo día dejó de ejercer la dirección. Y de transmitir su vocación de lucha contra la dictadura y el régimen corrupto de Fujimori y Montesinos y su sueño de que el Perú retorne a la democracia. Y esa línea, como lo recuerdan personalidades y lectores que nos envían sus cartas, se mantuvo y se mantiene incólume con la actual dirección de Gustavo Mohme Seminario. Hasta el próximo domingo.
(*) Subdirector del diario La República.
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